Los Cooperadores Salesianos nacieron con el proyecto de Don Bosco en favor de los jóvenes pobres. Desde fines de 1841, en efecto, para su «obra de los oratorios» recurrió a la colaboración de muchas personas. Ampliando su obra, Don Bosco se dio cuenta de la creciente necesidad de Cooperadores, (también de sacerdotes, pero sobre todo de laicos), ligados a la misión salesiana. Pensó entonces en unirlos y asociarlos.
A lo largo de tiempo fueron cambiando su figura hasta la forma actual como respuesta a las exigencias del mundo de hoy.
En su reglamento actual son descritos como cristianos empeñados a santificarse viviendo el proyecto apostólico de Don Bosco.
Se trata de una identidad que subraya fuertemente tres dimensiones del ser Cooperador: la vocación, la laicidad y la salesianidad.