Domingo 27 de Julio de 2025
Reflexión San Lucas 11, 1-13:
Santificado sea tu nombre
1) Orar: La oración es elemental en nuestra vida, es la que nos recuerda que todos somos hijos de Dios y que necesitamos de Dios. Es ese momento de silencio y de meterte en vos mismo que te permite sanarte y encontrarte.
Yo no sabía orar, aprendi a orar porque el Señor quería que le hablara de algo de verdad.
Tú no llegas donde un amigo y tienes un libreto para saber.¿Qué le vas a decir, qué le vas a preguntar, qué le vas a pedir?Y despedirte y te vas.
La relación con los amigos es espontánea. Llegas y no sabes muchas veces de qué vas a hablar.Sale una conversación fluida de una y otra cosa.
Dios quiere exactamente lo mismo.Que tú te sientas que tú te arrodilles, que tú quieras.Que tú donde quieras que estés no importa la posición, sino la disposición de corazón.Y que le diga al Señor.Donde quieres que vaya.¿A quien quiera que a quién quieres que le hable de TI?¿Qué vamos a hacer juntos?
Como si fuera tu mejor amigo y cuando la relación con Dios sea tan íntima.Más que cualquier otra persona que te rodea.Ahí Tendrás.Un amor de Dios tan grande.¿Que te enamorarás de él?
Por tanto, busca tu momento de oración y trata de refugiarte en el mismo Dios que está en tu interior. Date esa oportunidad de reencontrarte con vos y con Dios.
2) Nuestro: El Padre nuestro es la oración más antigua que tenemos los cristianos y allí está la síntesis de lo que pedimos y necesitamos. Es por ello que lo rezamos varias veces al día, porque reconocemos que Dios es Padre de todos y que sabemos que necesitamos de Él para salir adelante y, por sobre todo, para que no nos deje caer en la tentación. Siempre en la vida tendremos tentaciones, no es que hay que evitarlas sino superarlas.
Superar las tentaciones no pasa por aguantar y tener voluntarismo, pasa por un abandono en Cristo.
3) Pidan: No dejes de pedir a Dios lo que necesitas. Siempre digo que “Dios aprieta, no ahorca, pero te deja bien moradito”. No dejes de buscar la presencia de Dios y no dejes de pedir a Dios, porque siempre está allí, aunque a veces nos cueste verlo o entenderlo.
©a quien corresponda.