
El pasado 21 de septiembre vivimos una jornada extraordinaria llena de ternura, música y solidaridad junto a los queridos abuelitos del Hogar Santa Cruz. Una experiencia que marcó nuestros corazones y renovó nuestro compromiso misionero.
El Inicio: Un Desayuno Compartido
Desde las primeras horas de la mañana, el aroma de masitas y sándwich recién preparado llenaron los pasillos del hogar. Nuestros voluntarios llegaron temprano para alistar un agape especial que daría inicio a esta jornada inolvidable.
Ver las sonrisas de los abuelitos al recibir este gesto de amor fue el mejor regalo que pudimos recibir. Cada taza de café compartida, cada conversación matutina, nos recordó la importancia de estos momentos simples pero profundos.


Arte que Toca el Corazón
Los niños misioneros prepararon con amor una presentación artística que emocionó profundamente a todos los presentes. Sus bailes llenos de energía, poesías recitadas con dulzura y cantos interpretados desde el corazón crearon momentos mágicos que permanecerán en la memoria de los abuelitos.
La música y el arte se convirtieron en el lenguaje universal del amor, conectando generaciones y demostrando que la alegría no tiene edad cuando se comparte desde el corazón.
Solidaridad en Acción: El Apoyo de Cáritas
Gracias a la generosidad incansable de Cáritas Parroquial, pudimos entregar elementos esenciales que el hogar necesita diariamente. Los pañales y víveres no son solo provisiones materiales, sino expresiones tangibles del amor y cuidado de nuestra comunidad parroquial.
Esta donación representa el compromiso continuo de nuestra parroquia con los más vulnerables, demostrando que la solidaridad va más allá de las visitas ocasionales y se extiende al apoyo sostenido de las necesidades básicas.


Un Cierre Lleno de Gratitud
«La oración compartida nos recordó que todos somos familia en Cristo, sin importar la edad que tengamos. En ese momento de recogimiento, sentimos la presencia de Dios uniendo nuestros corazones.»
La visita concluyó con una oración comunitaria que nos unió en agradecimiento por los momentos vividos. Posteriormente, los niños participantes compartieron una merienda especial, intercambiando impresiones y fortaleciendo los lazos de amistad que nacen en la misión.
Nuestra gran familia misionera
26 NIÑOS MISIONEROS
Pequeños corazones grandes llenos de amor y entusiasmo por servir
5 ANIMADORES
Guías dedicados que coordinaron cada actividad con paciencia y cariño
29 PADRES Y HERMANOS
Familias completas comprometidas con la misión de amor y servicio